Por Roberto Enoc Bermúdez Rojas
funicllano@gmail.com
“Es un error que la educación musical es suficiente como para formar buenas
personas, gente inteligente, con sentido del compromiso social... Como músicos
hemos conocido una buena cantidad de imbéciles y cretinos con talento para la
ejecución de cualquier instrumento musical... Muchos creadores han servido al
fascismo y a la muerte... Por qué pensar que la música es un antídoto infalible
contra el fascismo... Si Hitler amaba escuchar a Bach, Beethoven y Wagner”.
Bracho J. (2017).
Mucho se habla del potencial artístico encontrado en la sociedad
venezolana. De cuánto se ha invertido presupuestaria y financieramente por
parte del Estado Venezolano, desde mediados del siglo XX hasta nuestros
días. Sin embargo, afirmar que sólo bastaría en desarrollar el arte como
proceso de transformación social, sería un gran equívoco. Máxime si quienes
promueven tan endeble tesis, carente de argumentación, sustento teórico
pero con una gran retórica política capaz de intentar sesgar la realidad que
subyace en la sociedad venezolana.
Es muy fácil hablar desde remotas distancia, bajo la influencia de las
grandes corporaciones mediáticas con sus muy bien elaboradas matrices
acomodaticias y que favorecen a una derecha que solo piensa en sus propios
intereses, que no le importa para nada el concepto antropológico y
sociológico de pueblo y que es capaz de hacer uso de las tácticas más
perversas que la mezquindad y arrogancia imperial que a través de todos los
tiempos ha venido construyendo en su afán de manipular y conquistar todo
lo que encuentre a su paso. De ahí, que es necesario pensar bien antes de
solidarizarse contra quienes expresan, que levantan su voz en contra la de
violencia y la represión, pero que a su vez el par de parches o tapa ojos que
llevan puesto hace que la invisibilidad de todo un pueblo les delate. Si bien es
cierto que tales personajes han logrado desarrollar sólidos talentos artísticos
con amplio reconocimiento a nivel mundial en diversos escenarios, no es
menos cierto que ese Estado que tanto cuestionan de manera inmisericorde,
es el mismo que gracias a sus bondades ha sido el mayor benefactor al darles
oportunidades para cruzar el puente a un mundo de oportunidades, en cuyo
caso contrario, otro hubiese sido el destino.
Es cierto que nada justifica el derramamiento de sangre, ni en las más
cruentas y fratricidas batallas. Sin embargo, en los últimos días para
desasosiego de la sociedad venezolana, se ha visto como un reducido y
minoritario grupo pretende incendiar al país, creando los llamados falsos
positivos, donde los mismos creyentes en un serio estado de
fundamentalismo, sin razón, obsesivo y compulsivo, son llevados como
ovejos al matadero. Donde una pseuda dirigencia gracias a las exorbitantes
cantidades de dinero en divisa extranjera recibidas desde organizaciones
foráneas de gran poderío financiero internacional, cancelan por concepto de
actos propios de mercenarios, entre otros, los siguientes pagos en Bolívares
como moneda nacional: Enfrentamiento con GNB 400 Mil; Ataque con
Molotov 500 mil (Debe permanecer durante toda la jornada y lanzar al
menos unas 15 bombas); Asesinato durante marcha o concentración 1 Millón
(debe notificar previamente); Quema de vehículos oficiales 600 mil; Quema
de sedes oficiales del Gobierno 800 mil; Ataque a red eléctrica 2 Millones (si
es efectivo el ataque); Asalto a hospitales 700 mil (esto debe ser notificado
previamente para definir objetivos y número del grupo que se movilizará).
Aunado a esto, se ha sabido de intentos de asesinato de altos dirigentes para
crear los ya mencionados falsos positivo como el recién intento con del
dirigente preso: Leopoldo López, mentor de partido: Voluntad Popular.
Ahora bien, sería interesante preguntarle a estos personajillos,
faranduleros, sobre todo que han hecho fama y prestigio internacional,
gracias a recursos económicos invertidos por el pueblo venezolano,
prevalidos de una arrogancia y cierta fama efímera, porque si hay algo claro
como la luna llena, es que la historia absuelve o simplemente jamás
perdonará, que dirían frente a estos desmanes en contra de tan evidentes y
descarados actos vandálicos, terroristas, que buscan propiciar y llenar de
miedo a la población venezolana, que les permita validar y justificar tomar
por asalto el poder político en nuestra contemporánea y querida República
Bolivariana de Venezuela. En este marco de inquietudes, afirmar: “…que las
únicas armas como herramientas que forjen un mejor porvenir, deberían ser
los instrumentos musicales, pinceles, libros…”, Dudamel G. (2017), es lo que
precisamente ha venido haciendo como nunca el gobierno bolivariano, con
creces, sin chistar, sin pestañeos, sólo porque constituyen políticas
incluyentes, desde el propio Presidente Hugo Chávez cuando habló por
primera vez de la Misión Música hasta el actual Presidente Constitucional
Nicolás Maduro Moros. Para ciertos críticos como Diego Silva, entre otros,
expresan lo siguiente: “…el monumental desequilibrio administrativo causado
por la enajenación o hipoteca de los presupuestos de cultura a nivel nacional
en beneficio de la corporación, en detrimento de otras disciplinas como la
danza, el teatro, la plástica, la literatura, la poesía, el cine documental , la
investigación…” Por: Diego Silva Silva | Viernes, 18/07/2014.
(https://www.aporrea.org/actualidad/a191770.html)
De acuerdo a la anterior postura asumida por Silva (2014), en un
conjunto de artículos publicados donde se critica abiertamente a un sistema
nacional de orquestas, que ha monopolizado el ejercicio de la cultura musical
del país, en detrimento de cultores, de otras disciplinas que
constitucionalmente merecen el mismo tratamiento de atención
presupuestaria, queda más que justificada la convocatoria a una
Constituyente que permita revisar consciente y detalladamente dentro del
Sector Cultural del país este tipo de incongruencias y desaciertos, sobre todo
como argumenta el citado investigador, bajo una orientación conceptual y
metodológica, la forma como tales agrupaciones orquestales terminan
siendo instrumentos de neo-colonización, que subliminalmente intenta la
perpetuación de una subalternidad, de dependencia cultural que se
proyectan en la psiquis de los más pequeños infantes, como valores
supremos y perdurables en el tiempo.
En consecuencia, es inminente salir al paso frente a tales
pretensiones de dichos personajillos que estamos conscientes hacen mella en
un importante sector de la sociedad opositora venezolana, que intentan
revertir las conquistas desarrolladas por la revolución bolivariana y avaladas
por la inmensa mayoría del pueblo venezolano, no nos queda otra cosa que
propiciar espacios de debates, discusiones, conversatorios, cualquier haya de
ser el método o la técnica utilizada, debe hacerse con la mayor seriedad,
argumentación y sindéresis que permitan de manera sistemática el
desmontaje del discurso que deliberadamente intenta dividir a los
venezolanos, que además desea imponer una cultura obediente a los
mandatos y apetencias voraces de una innegable y gigantesca arrogancia
foránea de claros intereses geoestratégicos, pero donde una clase traidora a
la patria es manipulada para convertirse en marionetas y brazos extensores
de quienes desde afuera manejan los hilos del poder que se pautan para
acometer tan despreciables intentos.
Por último, compartimos la premisa que los tiempos no pueden ni
deben estar marcados por la sangre de nuestra propia gente, estén dentro de
cualquiera postura ideológica o línea política, sea cual sea el bando partidista
donde cada quien milite o se encuentre. De ahí que se requiere con mucha
contundencia en el marco de esta nueva convocatoria constituyente, el
fortalecimiento de una justicia social, verdadera, dando a cada uno lo que
corresponde, que por encima de todo pueda primar la justicia y la igualdad,
que aplique con severidad y sancione cualquier acción de violencia, que
atenten contra la paz y la democracia del pueblo venezolano, de traiciones,
de impunidad, desidia, y cualquier intento de brotes de anarquía que
pretendan aniquilarnos como pueblo. Una justicia social que garantice el
respeto de los derechos humanos, sobre todo el desarrollo de las clases más
desfavorecidas. Mensaje que valdría la pena, llegue con la misma fuerza y
velocidad de aquellos que son manufacturados en laboratorios con las más
inverosímiles historias y mensajes perversos de terror y asedio contra el
pueblo de Bolívar, de todos los héroes, quienes han ofrendado tanto en el
pasado como en el presente, sus vidas por creer en la autodeterminación y
soberanía de la Patria Grande. Al final de cuenta, todos somos parte de la
familia venezolana, donde una gran mayoría prefiere optar y apostar al
trabajo productivo, creador, que genere riquezas, pero también propicie un
verdadero concepto de paz, de solidaridad y convivencia ciudadana.
Desde una orilla del Río Apure, en el corazón del llano venezolano.
Saludos.